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La mano dura y sus consecuencias metodológicas



Concretar y tratar de dar visión a las acciones pedagógicas positivas que ocurren a diario en las aulas ofrecen unas perspectivas muy favorables para aprender y tratar de reorientar la acción docente hacia la innovación personal y profesional. No obstante, existen muchos casos que no resultan para nada positivos con nuestros discentes. En estos, es necesario reflexionar para tratar de conocer los porqués de la utilización de estas acciones didácticas, así como también que precedentes disponemos en nuestro inconsciente que produce esto mismo.

En esta breve entrada, de carácter más reflexivo, me gustaría tratar la muy presente línea metodológica basada en la mano dura, con la excusa del control del alumnado más disruptivo. Para ello, se reflexionará acerca de prácticas didácticas presentes y las consecuencias más directas.

¿Qué se considera como mano dura? El excesivo control del alumnado, así como también recuperar las prácticas metodológicas del siglo pasado nos permite recordar cómo se organizaba la educación años atrás. Cabe recordar que la educación industrial ha servido como referente para una gran parte de la sociedad actual, prácticamente todos nosotros hemos sido educados mediante el miedo como elemento de control del comportamiento, lo que cohíbe enormemente la participación del alumnado.

El problema principal en la época actual se puede dividir en dos grandes ámbitos como son:
  • Contexto social.
  • La motivación.


Contexto social

No vivimos en una sociedad con unas características iguales o similares a las de años atrás, existen múltiples factores como el avance tecnológico, cambios en los sectores económicos y la modificación de las estructuras familiares y su composición. Todos ellos, afectan de manera directa en las familias y, por tanto, en el contexto de nuestro alumnado.

Por tanto, considerar a un alumno y tratarlo de la misma manera que lo haríamos con un o del siglo XX se puede considerar un error de contexto y, por ello, se puede llegar a perder el interés del alumnado en las prácticas que realice dentro de los centros escolares.

Otro aspecto esencial dentro de este apartado es el tratamiento familiar. Las familias deben considerarse como un elemento vivo en las aulas, que ayude a implicar también a los alumnos al máximo y que se considere el contexto educativo como una parte importante dentro de su proceso de maduración y crecimiento. Es decir, educar son contexto es perder a nuestro alumnado.

La motivación

Retomando elementos del apartado anterior, se añade uno más que se relaciona de manera directa con nuestros alumnos como es la motivación. El mundo no gira en torno a los mismos elementos de manera constante, los referentes sociales se van modificando en función de las necesidades y recursos existentes al alcance de nuestros discentes.

Conocer la motivación es necesario para poder reorientar y actualizar la acción didáctica para poder responder de la manera adecuada a las necesidades e intereses del alumnado. ¿Por qué? Esto se debe a que tratar de reunir aquello que tanta emoción suscita en el alumnado optimiza la acción pedagógica hasta el punto de poder enganchar de nuevo a alumnos que se habían acostumbrado a no prestar atención a causa de un proceso formativo desfasado e ineficiente.

Reflexión

A modo de breve reflexión, no es sencillo adaptar la acción didáctica dentro de un aula con un sinfín de alumnos con características distintas. Sin embargo, obviar la reorientación necesaria de la educación sí resulta peligroso y puede hacer caer a los profesionales en una comodidad que puede repercutir en la formación futura del alumnado.

¿Cuál es la solución? No se encuentra escrita, se ha reflexionado muchísimos acerca de posibles vías de adaptación y actualización didáctica. No obstante, el proceso de cambio requiere de un sinfín de elementos que sean capaces de unificarse y tratar de dar respuesta a las necesidades educativas actuales del alumnado, y no tratar de marcar pautas fijas y el castigo como normal diaria dentro del aula. Somos profesionales para ayudar a que las personas puedan formar en plenitud, no para crear robots y señalar a aquel que se salga del camino.

Rubén Valls Aparici. 

Comentarios

  1. Sobre la utilización de métodos mas coercitivos en el aula, estamos ahora hablando mucho en mi centro, debido a que estamos en un momento del curso donde algunos alumnos (formación profesional básica) no realizan las prácticas, precisamente por no haber demostrado un comportamiento "profesional".
    Cómo dices la sociedad es muy distinta y diversa. En el aula tenemos una variedad enorme de intereses, conflictos, diversidad y nos podemos dar solución a lo que requieren todos los alumnos a la vez. Además hay que añadir la mochila que lleva cada alumno. La personalidad no cambia en un curso, ni el grado de madurez es el mismo para los educandos.
    Este curso uno de las preguntas del cuestionario de calidad del instituto dice: "El centro trata a todos los alumnos por igual". Y creo que no es adecuada. Lo correcto sería: el centro da a los alumnos todos los derechos que le corresponden, sin ningún tipo de discriminación. Pero el trato no puede ser igual, no debe ser igual. Y si después de intentar hablar con el alumno, prestarle mil atenciones, escucharle, ponerse en su piel y comprender su contexto, ser amable, educado, respetuoso con él, escuchar a sus familiares, todo esto durante 9 meses, no quiere entender y sigue haciendo conductas impropias, pues habrá que tomar otro tipo de medidas, en algunos casos coercitivas, siempre haciendo que reflexione para que comprenda que su modelo de conducta no es el apropiado para la convivencia, hasta que madure y logremos que el mensaje cale/llegue.

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  2. Pufff, que discusión más interesante.

    Yo no tengo la solución, ni sé qué es mejor hacer para enganchar a este tipo de alumnos.
    Lo que sí tengo claro es lo que dice Rubén del contexto: si yo tuviera las vidas tan tremendas que tienen algunos de nuestros estudiantes siendo tan jóvenes (hablo de secundaria), yo tampoco querría aprender a escribir correctamente, ni hacer ejercicios, ni deberes.

    Por otro lado también tengo claro que dedicamos mucho tiempo y mucha energía a este tipo de alumnos en detrimento de aquel que sí quiere, que sí que lo intenta y que a veces tampoco tiene el respaldo en casa para ser libre en el aprendizaje.

    Sin olvidar que a veces no se puede ayudar a todo el mundo, hay gente que simplemente no quiere o no puede dejarse ayudar. Y nosotros somos humanos.

    Ana Mariñosa Garrido

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  3. Este tema creo que nos afecta a todos los docentes por igual. Es una situación a la que nos enfrentamos cada día. Por supuesto, como dice Rafael en su publicación, las medidas disciplinarias estrictas aplicadas de forma indiscriminada y sin un proceso de reflexión que las apoye, de poco sirven. Los alumnos simplemente sienten miedo y presión, pero no saben por qué o cómo mejorar en su crecimiento personal. Desde luego esto ya debería pertenecer al siglo pasado.

    Sin embargo, cada vez son más los alumnos que por su contexto y entorno están totalmente desconectados del aprendizaje y realmente no quieren estar en clase y no le ven sentido a estar sentados seis horas en un aula. El problema es que nosotros sólo somos uno y ellos cada vez más. ¿Cómo atenderles? ¿Cómo ayudarles en sus problemas? ¿Cómo hacer todo esto sin dar de lado a lo que sí quieren aprender y aprobar?

    Para mí, este es uno de los grandes retos de la educación en la actualidad y no tanto el uso de las nuevas tecnologías o metodologías.

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  4. Mi hijo ha sido de los dificiles, inquieto, inteligente y jugueton, pero solo con los profesores, profesoras que practicaban una enseñanza sumamente aburrida, muy teóricas y memorísticas. Con los profesores que conseguian motivarle no había ningún problema y era el alumno perfecto. Curiosamente en su misma clase había un gran número de alumnado que les ocurria lo mismo con cierto profesorado y sin embargo eran brillantes y trabajadores en otras materias. En parte la sociedad produce niños que no están acostumbrados a la disciplina. cada vez nuestros jovenes son más críticos, y mandamos a nuestros hijos durante muchas horas a calentar un asiento y encima salen del instituto y tienen tantos deberes que les impiden divertirse.
    Yo cuando acudo a una clase tambien me ocurre y si me aburro me distraigo o me duermo, pero si un profesor hace una enseñanza en la que les implica y explica pensando en los centros de interés de ese alumnado el comportamiento es diferente. Hagamos una enseñanza pensada para motivar al alumnado a aprender. El ser humano por naturalesza quiere aprender. Busquemos en sus necesidades de aprendizaje y conectemos con ellos para hacer actividades divertidas y motivadoras en las que se realicen como seres sociales.

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  5. La administración también ha tenido su parte culpa al propiciar que el alumnado acabe pasando de curso independientemente de que no hubiera conseguido los objetivos. Yo creo que la administración no puede ser tolerante y debe propiciar los instrumentos para que nuestra enseñanza no se vea interrumpida con alumnado disrruptivo, si hay alumnado de necesidades educativas del tipo que sea, se le debe de buscar apoyos para que culmine con sus estudios, entender que la disciplina es necesaria y saber que las acciones tienen sus repercusiones no creo que sea un error, con medidas disciplinarias como la expulsión del centro cuando se producen insultos o peleas, así como posibilitar la personalización o individualización mediante un profesorado específico que ayude dentro o fuera del aula, puede ser la base para desarrollar mejor la enseñanza. Quizá uno de los errores que solemos cometer ante alumnado habitualmete castigado es que ya pasan de todo y sin embargo obligarles a ser el centro de atención en algo que pensemos que pueden realizar correctamente y ser motivo de aplauso puede ser importantisimo.
    Por otro lado una enseñanza basada en cumplir con los contenidos a veces nos obliga a los docentes a estar agobiados para cumplir con las programaciones y superar examenes exteriores y no nos permite disfrutar ni tener encuentros educativos motivadores con todo el alumnado.

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  6. Como tu dices Rubén, la solución no está escrita y por lo consiguiente, existirán un sinfín de perspectivas acerca de esta cuestión. La diversidad en el aula es algo inevitable y que hay que asumir, no podemos pretender tener a 20-25 alumnos que nosotros consideremos perfectos. En mi opinión, hay que crear metodologías destinadas a la recepción de todo el grupo en su conjunto, y que a su par sea lo suficientemente flexible como para perseguir el éxito academico de todos y cada uno de nuestros estudiantes. Hay que intentar no caer en métodos que no se ajustan a la realidad de hoy en día y que se han podido ver con el paso del tiempo que no eran efectivos.

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  7. Como bien dices Rubén, la mayoría de docentes que están en activo en la actualidad han sido educados de esta manera y esto marca enormemente su forma de enseñar. Prácticamente todos, excepto las últimas generaciones, hemos sido educados como si vivieramos en una sociedad industrial con metodologías y características adaptadas a esta. Sin embargo, ya no en el siglo XXI, sino que tampoco en gran parte del siglo XX este tipo de educación tenía sentido. Nosotros hemos sido educados así y la sociedad industrial había ya llegado a su fin. Por suerte, como he comentado en otro post parece que llega una oleada de nuevos profesionales (también algunos de los que llevan más tiempo) que parece que quieren acabar con esta educación obsoleta. Esperemos que no se tarde demasiado.
    Por otro lado, en lo referente al alumnado disruptivo, no puedo estar más de acuerdo contigo en que la clave es la motivación. Sin embargo y como bien comentais tú y los demás compañeros, nadie tenemos la fórmula y es bastante complicado saber como motivar a cada uno de estos alumnos, con tanta diversidad como tienen las clases hoy en día y el alto ratio alumnos-clase, pero lo que si está claro es que la motivación es la clave. Siempre recordaré a un profesor de matemáticas por la década de los 90 cuando cursaba la E.G.B., gracias por cierto al cual me empezaron a gustar, que en una clase con bastantes compañeros con comportamientos disruptivos, en las horas con aquel profesor las clases estaban mucho más tranquilas de lo habitual y no solía haber ningún tipo de mal comportamiento ni problema. Su forma de llevar la clase, su forma de explicar, la metodología que aplicaba ya por aquella época y las actividades que realizaba conseguían motivar a prácticamente la totalidad del alumnado, que no hubiera este tipo de comportamientos y que además fuera la asignatura en la que más conocimientos tenían los alumnos.

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  8. La mano dura, concepto tabú, como prohibido memorizar… ¿pasamos de un extremo al contrario? Tan malo uno como el otro. Los extremos traen peores resultados que lo comedido, porque nada es puro, en todo hay mezcla, fusiones, disoluciones, que cada parte aporta su poquito al todo… la materia que te rodea y te forma se basa en esa estrategia… y un poquito más de esto y es una cosa, y un poquito más de lo otro y en vez de agua es mercurio!
    Yo veo la mano dura como concepto para priorizar. No lo llamaría mano dura, mejor llamarlo, poner las cosas en orden. Los alumnos, las personas en general tienen tantas cosas en su día a día, que si no pones plazos o límites, determinadas cosas nunca pasaran a prioridad 1, y por lo tanto no serán atendidas.
    No hay que mezclarlo con la imposición o el ordeno y mando.
    Sólo las cosas claras, y sus consecuencias también. El hacer o no hacer lleva a un camino distinto y que se ha de tener claro. Lo que no debe ocurrir es que el alumno se encuentre en un camino que no se espere y del que no tenga salida, o bien que el conjunto de asignaturas (si hablamos de un curso) tienen tal requerimiento que supera con creces el tiempo que debería de ocupar. Ha de ser el correcto y ordenado, ni más ni menos, y por supuesto el esfuerzo del alumno es necesario, y ayudarle a desarrollar herramientas que le servirán toda la vida es fundamental, y memorizar sin entender es un error, pero memorizar entendiendo un regalo.
    Una buena memoria es la chuleta en tu cerebro. Y eso sí vale!!

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