Por María Pilar Sánchez Fernández Cuando decidí darme la oportunidad de dedicarme a la enseñanza, llevaba más de una década trabajando como periodista. Más que una decisión, fue una consecuencia lógica de mi evolución profesional pero, sobre todo, personal. Pasé del periodismo cultural al periodismo social, hablando de proyectos sociales, y me convertí en madre, lo que me llevó a realizar múltiples cursos sobre crianza y educación respetuosa. Cuando terminé la carrera, ni siquiera existía el máster que se realiza ahora para el profesorado, sino que era el CAP, Certificado de Aptitud Pedagógica, que se podía cursar a distancia. Entre que obtuve ese título y que me enfrenté a mi primera clase, pasaron más de once años. Podía estar preparada como comunicadora pero, ¿qué sabía yo de conectar con una clase? Cuando decidí cambiar de profesión tenía algo muy claro: iba a darme la oportunidad de dedicarme a mi primera vocación y, por otra parte, quería hacer algo diferente de lo