Por Adriana López Pancorbo
Frecuentemente en la escuela se tiende a trabajar gran cantidad de contenidos. Cuanto más mejor. Los docentes se enorgullecen de que sus alumnos con tan solo 5 o 6 años, sepan identificar en un dibujo los distintos huesos del cuerpo, partes del aparato digestivo, respiratorio, etc. Pero cuando se ponen enfermos, ¿Sabrían identificar qué aparato de su cuerpo les duele?. La respuesta es NO. Generalmente, desde la educación más básica, se tiende a impartir un proceso de enseñanza-aprendizaje mecanizado y memorístico, con escasa comprensión. Se les enseña que lo más importante es el examen, y de este depende, el pasar de curso o no. En numerosas ocasiones he escuchado, como a niños de segundo de primaria, los cuales, los más pequeños empiezan el curso con tan solo 6 años, se les insiste que deben estudiar mucho, porque sino, no aprobarán los exámenes y repetirán, teniendo que ir a la clase de los pequeños. Este chantaje es lamentable, por un lado, ya desde bien pequeños, se les interioriza ese terror al examen que todos hemos sentido alguna vez. Por otra parte, se presenta "el repetir curso", como algo horroroso y vergonzoso, cuando realmente, a algunos niños les puede beneficiar enormemente realizar determinado curso nuevamente, para afianzar los conocimientos y poder afrontar con mayor nivel, cursos futuros. Por ello, cuando algún niño debe repetir, lo sienten como un gran fracaso, ya que durante todo el curso ha sido como una amenaza, a la que temían enormemente. Es decir, actualmente se enseña y prepara para aprobar exámenes, pero, ¿De que sirve pasar con buena nota un examen, si luego no saben utilizar dichos conocimientos en la vida diaria?. Por ello, es muy importante, que cambiemos en la escuela estos valores y empezar a preparar a los alumnos para la vida adulta y no únicamente para afrontar exámenes.
Una buena propuesta par conseguirlo, es la metodología basada en proyectos, donde se le da la importancia debida a cada contenido, tratando que el alumno los interiorice y los sepa trasladar a la vida real, evitando que el aprendizaje se convierta en una carrera donde se busca acabar el libro de texto, antes de que termine el curso.
¿Cómo podemos hacerlo?
En primer lugar, debemos tener claro, que el alumno, es lo más importante de todo el proceso de enseñanza-aprendizaje. Estando atento a sus necesidades, adaptando la dificultad a cada alumno, para que no le resulte ni muy fácil ni demasiado difícil, para alcanzar e interiorizar aquello que queremos que aprenda, de manera significativa. El niño debe estar inmerso en su propio aprendizaje, descubriendo nuevos aspectos por sí solo, convirtiendo este proceso en una aventura, en el que el estudiante quiera seguir avanzando, evitando, sentimientos de estrés, por el exceso de contenidos a interiorizar, y convirtiéndose en una experiencia gozosa para este.
Es importante, que aquello que estemos enseñando, esté dentro de los intereses de nuestros estudiantes, para que tengan esa inquietud por descubrir y seguir aprendiendo. Si al alumno no le resulta interesante, lo estudiará como una obligación, de memoria y después de unos meses lo olvidará. En contra posición, si involucramos al estudiante en esta aventura de aprender, permitiendo que investiguen aquello que más les llama la atención, haciendo experimentos, buscando información de distintas fuentes, conseguiremos que ese aprendizaje forme parte del individuo para siempre. Tal y como apunta Benjamin Franklin "Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo".
Dentro de lo posible, hemos de fomentar "el aprendizaje haciendo", es decir, que el alumno pueda ver y experimentar aquello que aprende, en lugar de simplemente ver una foto, o una explicación con una clase magistral.
Fomentar la reflexión de aquello que aprenden es fundamental, haciendo una autoevaluación de todo el proceso, recordando entre todos, que hicieron y como lo llevaron a cabo, lo que también beneficia en edades tempranas a la estimulación de la expresión oral. Podemos realizar actividades, de collages, vídeos, dramatizaciones, con lo aprendido, para reformular y ordenar todas esas ideas aprendidas durante todo el proceso.
Lo más importante, es que todo aquello que aprenden, lo puedan trasladar al a vida real, ya sea mediante excursiones o con el juego simbólico. Por ejemplo, si estamos dando el dinero, hacer una excursión al mercado, donde ellos compren y administren el dinero.
Hemos de potenciar el trabajo colaborativo y cooperativo, haciendo que los estudiantes se ayuden entre sí, construyan el aprendizaje entre todos y aprendan a vivir en sociedad, desarrollando valores de respeto y ayuda hacia el otro, aspectos básicos para la vida real. Lo que no quita, que también desarrollemos en el alumno la autonomía, ayudándoles en un principio hacer las tareas, e ir quitando de forma progresiva, esta ayuda, para que en un futuro sepan desenvolverse con autonomía utilizando las estrategias y conocimientos aprendidos. Es decir, tal y como apunta Vigotsky, pasar de lo que el alumno no sabe hacer, ha hacerlo con ayuda, para finalmente sepa llevarlo a cabo de forma autónoma.
Es esencial, que el alumno esté motivado durante todo el proceso, lo que le ayudará a continuar aprendiendo, sin tirar la toalla, poniendo el máximo esfuerzo, para adquirir los aprendizajes propuestos.
Plantear problemas y resolución de conflictos, también resulta crucial, para el desarrollo crítico y creativo, donde los alumnos han de reflexionar y descubrir que camino seguir para su resolución, fomentado el respeto por la diversidad de opiniones.
¿Pero en qué consiste el aprendizaje basado en proyectos?
Esta metodología está basada en la realización de un proyecto, generalmente en grupo, y con una duración a medio/largo plazo, para asegurar la adquisición de los conceptos.
El proyecto comienza con una pregunta, que habrán de resolver a medida que avanzan en este. En su inicio, antes de avanzar en el proyecto, hemos de descubrir que saben los alumnos acerca de la temática escogida, haciendo una asamblea y apuntado una lluvia de ideas. Más tarde, se elaboran los grupos de trabajo colaborativo y fijaremos el producto final al que queremos llegar o construir. Por ejemplo, estamos estudiando los planetas y queremos hacer un planetario en el aula. Para ello los alumnos, deberán reflexionar acerca de los pasos a seguir, y marcar una serie de objetivos a conseguir para llegar a la meta final.
Es fundamental, que haya una transversalidad en el proceso, es decir, aunque trabajemos distintas materias, todas han de estar relacionadas con el proyecto, para que el alumno relacione conceptos y pueda trasladarlo a la vida diaria. Es decir, si estamos trabajando lógico-matemática, podemos contar los planetas, buscar a que distancia están de la tierra etc. En inglés, estudiar el nombre de los planetas en este idioma, en educación física, hacer un cuento motor relacionado con esta temática, haciendo que todo esté relacionado con el producto final.
Seguidamente, tendrán que hacer una búsqueda de información, según el nivel del alumnado, esta búsqueda será realizada con más o menos ayuda. Una vez tenemos la información, harán una puesta en común, debatiendo como enfocar el proyecto y tomando decisiones entre todos, para decidir por que camino continuar el trabajo. A continuación, comenzarán con el taller del producto final escogido, para posteriormente, exponerlo y explicarlo a otro colectivo, como por ejemplo, otros alumnos del centro, a las familias etc. Demostrando y explicando todo lo aprendido, y que pasos han seguido para llegar a dicho producto final. Para acabar, realizarán un debate, para contestar a la pregunta inicial del proyecto, haciendo una recopilación de todo lo aprendido, promoviendo la autoevaluación, para conseguir aprendizajes significativos.
Esta metodología, resulta muy motivadora y constructiva, donde los alumnos descubren y aprenden por sí solos, adquiriendo muchos más aprendizajes, que cuando se fomenta el estudio memorístico, para vomitarlo en un examen. Existen infinidad de metodologías alternativas al examen, esta que acabamos de comentar, simplemente es una más de ellas, lo importante es que los decentes, despierten de esa nube en la que están acomodados y pongan en práctica, métodos con los que el alumno se sienta motivado y pueda interiorizar conocimientos significativos, siendo el protagonista de su propio aprendizaje.
¿Y tú con qué metodología te identificas?
Hola Ariadna,
ResponderEliminarLa verdad es que el aprendizaje por proyectos es una de las metodologías con más variantes y desconocimientos que se presenta día a día en nuestras aulas. En multitud de ocasiones existen confusiones de la naturaleza metodológica de esta variante. No obstante, me gusta mucho tu entrada ya que aportas a la construcción personal y formación docente.
En la actualidad, no es sencillo conseguir adaptar un aula a las realidades del alumnado. Esto se debe a la gran diversidad de motivaciones e intereses de los mismo. Por ello, reflexiones como esta son necesarias para así conseguir un punto común de progreso por parte de educadores, con la finalidad, de conseguir los resultados más positivos y enriquecedores para nuestro alumnado.
La realidad también es que cuando comparas alumnados y profesorados de centros donde hay proyectos con otros donde no los hay, se observa rápidamente la motivación que implica el trabajo por proyectos!!!
ResponderEliminarHola a tod@s!
ResponderEliminarLa metodología por proyectos creo que es una de las grandes apuestas en estos últimos años sobretodo en educación primaria, cada vez son más los docentes que la utilizan en sus aulas y creo que si nos fijamos en ella cumple una gran cantidad de elementos de la pedagogía de la Incertidumbre, el principal tratar al conocimiento como una experiencia. Y lo que más interesante me parece de esta metodología es que cada vez más docentes lo utilizan para conectar el conocimiento de todas las áreas de primaria sin excepción incluso especialidades (inglés, música, artística, educación física) rompiendo de esta forma con la tradicional parcelación del conocimiento que introdujo la sociedad industrial. Por lo que puede ser una herramienta didáctica tremendamente útil para el cambio educativo de este siglo.