Mónica Pita López
En esta entrada me
gustaría hablar sobre una experiencia educativa que he disfrutado a
lo largo de este curso. En un intento de llevar a cabo una pedagogía
diferente a la que siempre había utilizado y a la que durante toda
mi vida me habían enseñado, me propuse hacer un cambio profundo en
la sistematización de mis clases. El cambio comenzó por un grupo de
4º de la ESO, en la asignatura de música. El motivo de mi selección
para comenzar el cambio fue que se trataba de un grupo menos numeroso
que los otros y por lo tanto reducía mi miedo a perder el control
total de la clase.
Cansada de advertir
a los alumnos de que guardasen sus dispositivos móviles, amenazarlos
y castigarlos como consecuencia de una supuesta “pérdida de
atención”, decidí salir de mi zona de confort, entrar en su
terreno y promover la entrada de los dispositivos móviles en ese
aula.
La realidad de mi grupo de alumnos
Todos mis alumnos se
levantan cada mañana rodeados de dispositivos electrónicos,
aplicaciones, buscadores y redes sociales. No comprenden por qué
pretendemos que inviertan cientos de horas memorizando ciertos
conceptos cuando pueden acceder a todos ellos, incluso ampliarlos, en
tan sólo unos segundos, en cualquier momento y en cualquier lugar.
No comparten la idea de destinar un alto porcentaje de su tiempo a
almacenar determinada información en su cerebro, con el único fin
de justificarse ante nosotros, los docentes, ante un papel donde se
supone que tienen que reproducir exactamente lo que de ellos
esperamos. No creen en una educación unidireccional basada en la
transmisión de conceptos, porque saben que la adquisición de
conocimientos no se limita a la estructura y funcionamiento de la
antigua escuela. Lo saben porque cada día experimentan situaciones
de aprendizaje en entornos alejados de los muros de su centro
educativo.
La utilización de
entornos virtuales educomunicativos favorece la comunicación
horizontal, el trabajo colaborativo y convierte al estudiante en
partícipe de su propio proceso de aprendizaje. En base a estas
convicciones, les propuse a mis alumnos de 4º de la ESO un proyecto
donde la red social Facebook sería el principal entorno de trabajo.
Como punto de
partida traté de tener en cuenta el término EMIREC, utilizado por
primera vez por Cloutier en la década de los setenta. Mi pretensión
era crear un proyecto de comunicación horizontal, donde cada miembro
del proyecto fuese respetado como un igual, con total equidad y
estima. Quería que en todo momento existiese colaboración,
tolerancia y capacidad dialógica por todas las partes. Por una vez,
aspiraba a evitar el autoritarismo que supone que el profesor dé
apuntes porque todo lo sabe y el alumno los recoge porque no tiene
nada que aportar.
¿En qué consistía el proyecto?
Con el motivo de la
celebración del 8 de marzo y visto el apoyo actual que se ha
generado tras el movimiento feminista, propuse a los alumnos que
buscasen referencias sobre el papel de la mujer en la música, a lo
largo de la historia, en cualquier país, y lo comparasen con el
momento actual que vivimos, analizando el componente social que hay
tras ello. Eran libres de utilizar las fuentes de información que
estimasen oportunas. El único requisito a cumplir era compartirlo en
un grupo privado creado en facebook para el proyecto en cuestión.
Entre las herramientas que pudimos disfrutar se encuentran:
- Envío de mensajes privados. Los alumnos permanecieron en contacto durante la duración del proyecto, ofreciendose ayuda constante cuando así lo necesitaban
- Publicación en mi muro personal, el de los compañeros o del propio alumno, lo que nos permitió ser partícipes del aprendizaje del resto de compañeros
- Chat. Aunque apenas fue utilizado en mi caso, me consta que los alumnos lo emplearon como herramienta de comunicación sincrónica.
- Se compartieron enlaces externos, con su consecuente inmenso acceso a la información. Los alumnos podían comentar u opinar sobre las publicaciones de sus compañeros
Con todas estas
herramientas a nuestro alcance, Facebook me brindó la posibilidad de
convertirme en un simple gestor de la información. Fui capaz de
ayudar a mi alumnado a aprender a aprender y a construir conocimiento
común de forma autónoma. Por otro lado, gracias a la opción de
poder trabajar con enlaces externos, fuimos capaces de trabajar con
material audiovisual durante todo el transcurso del proyecto, lo que
constituyó un terreno más que atractivo para los estudiantes.
¿Cómo gestionamos el civismo y la responsabilidad digital en el transcurso del proyecto?
Uno de mis peores temores, era que los alumnos hiciesen un mal uso de
la red social o actuasen con irresponsabilidad frente al trabajo de
sus compañeros. Por ello, dedicamos una sesión a buscar
conjuntamente información y premisas básicas sobre responsabilidad
digital. Aunque no estaba directamente relacionado con la asignatura
que nos ocupa, la música, estaba firmemente convencida de que todos
sacaríamos provecho de esta sesión de trabajo. Hablamos sobre
consumismo, identidades falsas, fake news y las posibilidades de
aprendizaje que se abren ante nosotros en este entorno. Muchos ni
siquiera conocían el término huella digital y juntos buscamos
información sobre las consencuencias futuras que un mal gesto de hoy
en las redes nos puede traer muchos años después. Intentamos dejar
claro que internet es un espacio abierto y que cualquier persona es
libre de publicar lo que le venga en gana, dato que habrá que tener
en cuenta cuando busquemos cierta información relevante.
¿Qué hicimos una vez recogida y compartida la información?
Una vez que los alumnos finalizaron su trabajo de “investigación”,
la siguiente propuesta consistió en hacer un análisis sobre los
resultados observados. Dicho análisis podía realizarse de forma
individual o grupal. La opción para presentar los resultados por la
que muchos estudiantes optaron, fue aprovechar otra herramienta de la
red social: grabar directamente desde facebook a través de una
webcam, exponiendo así sus conclusiones y compartiéndolas
directamente con el resto de la comunidad educativa. Dichos
audiovisuales fueron creados con sus propios dispositivos móviles y
tal como hemos mencionado, compartidos en la red social facebook. De
esta forma, el eterno enemigo de las aulas, el teléfono móvil, se
convirtió en fiel aliado y una herramienta educativa excepcional.
El hecho de compartir material y opinines a través de facebook,
originó empatía y colaboración entre los alumnos. Este grupo de
estudiantes emplearon sus capacidades y conocimientos para solucionar
problemas conjuntamente, poniendo así en funcionamiento el concepto
de inteligencia colectiva acuñada por Pierre Lévy en 2004.
Por otro lado, en el momento que tuvieron que reflexionar sobre los
cambios que habían generado estos últimos años, cada participante
aportó sus mejores capacidades para crear un resultado común.
Aprendieron a trabajar colaborativamente y me hicieron ver que es
posible crear una escuela diferente.
Conclusiones generadas
El hecho de utilizar un entorno próximo a los estudiantes, elevó al
infinito su curiosidad por buscar información y sus ganas por
compartir conocimiento. Conseguimos así romper la barrera
espacio/tiempo de la escuela tradicional interactuando en cualquier
momento y lugar a través de los dispositivos móviles.
En conclusión, yo que desde hace años venía poco menos que
demonizando el uso de los dispositivos móviles en mi aula
presuponiendo que los alumnos harían un mal uso de ellos, me llevé
una grata cura de realidad al comprobar que mi aula funciona
infinitamente mejor cuando me aproximo al entorno real de mis
alumnos.
¿Cómo os ha ido a vosotros? ¿Alguna vez habéis cruzado la frontera de la inclusión de los temidos dispositivos en el aula?
Me ha encantado la idea de la sesión sobre responsabilidad digital, lo utilizaré en mis clases.
ResponderEliminarUn claro ejemplo de como dar la vuelta a lo que es un problema en muchas aulas para mejorar el proceso de enseñanza aprendizaje. También demuestra la necesidad de cambio que los alumnos demandan debido al avance incontrolable de la tecnología. Muy interesante para cualquier persona apasionada por la educación, muchas gracias por compartirlo!
ResponderEliminarMe ha encantado la propuesta, también te voy a copiar la sesión de responsabilidad digital. En mi caso he hecho alguna tímida intentona, pero nunca planificada tan a fondo. Creo que la clave está en atreverse, en probar, en tener plan A, B, C y D y ver qué pasa. Enhorabuena, de verdad. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarLa verdad es que es un acto muy honesto y valiente reconocer que el uso de los móviles ha llegado para quedarse y que quizás lo más sensato sea incluirlos en nuestra práctica docente en vez de prohibirlos y demonizarlos. La cuestión es que el cambio implica dar la vuelta a la metodología y eso siempre supone mucho más esfuerzo y dedicación. Sin duda, te doy la enhorabuena y espero ser tan valiente como tú en el futuro cercano. Yo por el momento lo he usado sólo para juegos como Kahoot y como herramienta de búsqueda de información, pero no he planificado una unidad completa con ellos.
ResponderEliminarJulia Espina Ruiz
Me ha interesado mucho la actividad pero quiero compartiros mi problematica. Desde hace 3 años estoy intentando utilizar el móvil en mis clases y me surgen siempre varios problemas, uno de ellos es que, probablemente en el conservatorio, se haya el mayor número de adolescentes a los que sus familias no les permiten el uso del móvil, por lo que tengo que dejarles mi móvil y traerme las tablets de mi casa para que puedan hacerla, por otro lado el centro no tiene apenas wiffi que permita hacer actividades, ya que es muy débil la señal, no se permite que alumnado tenga la clave y a los mismos profesores no nos permite apenas acceder en la gran mayoría de las aulas, les tengo que compartir mi wiffi, por lo que hay que diseñar actividades breves. Otro problema parte de sus habitos en internet, son muy rápidos, apenas leen, tienes que propiciar materiales muy cortitos y si haces actividades con preguntas con respuestas posibles que contengan una explicación de 8 palabras ya no las leen, se quejan si les insistes en que las tienen que leer y la gran mayoría las contesta al tuntún solo por no leerlas, la actividad tiene que ser breve y seguida de otra diversa y de distinto género, por otro lado la actividad del móvil tienes que diseñarla para que finalice la clase con ella, porque si pretendes que después de coger un móvil hagan algo resultará imposible
ResponderEliminarPuede que la respuesta no sea diseñar actividades para hacer con elementos digitales, sino propiciar actividades colaborativas en las que compartan datos e interactuen en un aprendizaje colaborativo compartiendo datos encontrados en internet.Nuestro alumnado se esta socializando mediante el Whatssap, construir grupos en los que puedan interactuar entre ellos puede ser la clave de la nueva enseñanza.
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